martes, 2 de agosto de 2011

La guerra la hace el grupo dirigente contra sus propios sujetos y su objetivo no es la victoria, sino mantener la propia estructura social intacta. George Orwell

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(Una opinión de ANTIMPERIALISTA)
Recientemente, PoKaMa, administrador del blog La Poca Madre de los Poderosos, me puso sobre la pista de otro de los objetivos (quizás el principal) perseguido por los globalistas, con la matanza de Noruega.

En el anterior artículo analizaba la matanza de Noruega, como un método para presentar a los gobiernos occidentales como moderados, frente a islamistas, por un lado, y fundamentalistas occidentales, por otro. Pero por encima de este objetivo, así como del de servir de justificación para encubrir nuevos atentados de bandera falsa, que serán atribuidos a al-Qaeda, subyace otro aún más importante. Este objetivo no sería otro que el de dar un nuevo impulso al mito del choque de civilizaciones, teorizado, tras el final de la Guerra Fría, por el politólogo neoconservador y globalista Samuel P Huntington, en su libro “El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial”.

Según Huntington existe un choque de civilizaciones irreconciliable entre el mundo occidental y el mundo no occidental (fundamentalmente islámico) que sólo se superará con el establecimiento de un Nuevo Orden Mundial que elimine tales diferencias.

En otras palabras, este choque de civilizaciones (guerras, actos terroristas, etc.) será utilizado como la excusa perfecta para homogeneizar a toda la población mundial en aras de unos intereses globales totalitarios.

El atentado de Noruega nos puede servir para darnos cuenta de que lo que a los globalistas les importa (pues es lo que realmente les beneficia) no es que los atentados terroristas sean atribuidos exclusivamente a los integristas islámicos o a los integristas occidentales, o incluso que no se llegue a saber que detrás de ambos están los servicios secretos occidentales (pues a veces ellos mismos han filtrado la información necesaria para que esto se llegue a saber); tampoco es para ellos esencial que la gente considere que las guerras de occidente contra el mundo árabe tengan el objetivo de saquear su petróleo o de combatir el terrorismo; lo importante (pues esto es lo que realmente les beneficia) es que se escenifique ante las masas un grave conflicto intercivilizatorio (independientemente de juicios morales sobre quién es el "bueno" y quién el "malo") que sólo pueda ser solucionado mediante soluciones drásticas. En este sentido, los opositores a la guerra también estarían realizando (a pesar de todas sus mejores intenciones) una función en la consolidación de los objetivos globalistas, al mantener viva la idea de dicho conflicto. Por ello, no es extraño que los mismos Think-tank que financiaron la campaña de Bush, financien a movimientos contra la guerra, como nos recuerda Bruno Cardeñosa, en su magnífico libro “El gobierno invisible: Think-tank. Los hilos que manejan el mundo”. Un ejemplo claro es el caso de Francis Fukuyama, quien lideró diferentes think-tanks, primero apoyando a Bush y su agenda belicista y, posteriormente, criticando con dureza la guerra de Irak (1).

La matanza de Noruega ha vuelto a hacer más presente que nunca (por paradójico que pueda parecer) los fantasmas del terrorismo islámico y, especialmente, más creíble el mito del choque de civilizaciones, pues según ha sido presentada la (des)información de la tragedia de Noruega, por los grandes medios de comunicación de masas, los atentados perpetrados por Anders Behring Breivik serían una reacción fanática frente al terrorismo llamado islamista, un fanatismo que sienta sus bases en una ideología islamófoba, cada vez más amplia y creciente en todo el mundo occidental. Es decir, el atentado perpetrado por Breivik es el resultado de un supuesto odio cada vez mayor del mundo occidental hacia el mundo islámico y, por lo tanto, de un enconamiento del choque de civilizaciones.

Este macabro espectáculo tiene la finalidad de concienciar al espectador, desde otro ángulo, de la existencia de un odio o conflicto entre la civilización occidental y la árabe. Normalmente la perspectiva utilizada para convencer al espectador de este choque de civilizaciones era la de que el mundo árabe ataca a occidente, con atentados terroristas, como respuesta a las reiteradas agresiones militares de éste último. Ahora, se da una vuelta de tuerca más al asunto y se nos pretende hacer creer que occidente odia al mundo árabe como consecuencia de los atentados terroristas islamistas. Un nudo más en la maroma con la que se teje este engaño masivo.

El objetivo de avivar el mito del choque de civilizaciones (igual que en el caso de la crisis económica) es el de concienciar a la población mundial de la necesidad de una salida a este problema. La salida que proponen los teóricos de la globalización y del Nuevo Orden Mundial es la unificación (homogenización) de la humanidad entorno a una misma cultura y unos mismos valores, con el fin de ser aún más fácilmente manejable. Pero con independencia de que eso se consiga o no, lo importante, al igual que ocurrió durante la Guerra Fría es lo que le está ocurriendo en estos momentos al conjunto de la humanidad.

Como en la Guerra Fría, el enfrentamiento real, y en muchas ocasiones imaginario, entre dos grandes rivales (entonces políticos-económicos, y en este caso religiosos-culturales) tiene la finalidad de movilizar a amplias masas poblacionales con un objetivo bien definido: el mantenimiento de nuestra condición de esclavos. Mientras se escenifica una situación de conflicto mundial económico y bélico, la humanidad deja de ser consciente de sus cadenas, para pasar a preocuparse de otros asuntos de segundo orden.

Se podría concluir que, al igual que la Guerra Fría, el actual choque de civilizaciones es una maniobra distractora, destinada a mantener a la humanidad en la esclavitud y en impedir que haga consciente su condición de esclavo.

Cuando los objetivos buscados con la Guerra Fría fueron conseguidos, ésta se dio por finalizada. En cuanto los objetivos buscados con el choque de civilizaciones se hayan conseguido, probablemente, esto dará paso a un nuevo episodio de la "lógica" del enfrentamiento. Cada uno de estos episodios constituye y ha constituido pasos graduales en nuestro proceso de esclavización.

El principio organizador de cualquier sociedad, señor Garrison, se basa en la guerra. La autoridad del Estado por encima del pueblo se apoya en los poderes bélicos.  “JFK. Caso abierto” Oliver Stone.

Notas:
(1) “El gobierno invisible: Think-tank. Los hilos que manejan el mundo”, notas al pie de las páginas 43-44, Bruno Cardeñosa, Ed. Espejo de tinta, Madrid 2007.

Post scriptum:
El análisis realizado por algunos analistas políticos, en el que se identifica correctamente al autor de los atentados de Noruega (redes stay-behind de la OTAN), pero se interpreta su propósito como una advertencia a Noruega y a otros países por criticar al Estado de Israel y apoyar la creación de un Estado palestino (algo que no pasa de ser más que una pose de cara a la galería de la socialdemocracia noruega), supone atribuir al Estado noruego una independencia política, una solidaridad internacionalista, un heroísmo y un espíritu filantrópico que dudo mucho que posea, así como desconocer (intencionada o desintencionadamente) que existen mecanismos mucho más efectivos para llevar a cabo tales propósitos que un atentado de falsa bandera, que en nada ha perjudicado al Estado noruego, sino más bien todo lo contrario.

Esta interpretación además de ser bastante ingenua, contribuye no sólo a ocultar los verdaderos propósitos de este atentado, sino a reafirmarlos, al poner de nuevo sobre la mesa (en este caso, sobre la mesa de las mentes más escépticas) el mito del choque de civilizaciones, pues lo reafirma al presentarnos un mundo enfrentado entre pro occidentales y árabes, a los que habría que sumar aquéllos que les apoyan (Estados, intelectuales, organizaciones, etc.), de tal forma que con esta interpretación supuestamente disidente se consigue, más o menos lo mismo que con la versión oficial, pero en esta ocasión con los más escépticos, es decir, movilizarles y reconducirles hacia la lógica del enfrentamiento, necesaria a los amos del mundo para seguir ocultando su criminal dominación esclavista de la humanidad.

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